Así, me imagino, querido y magullado lector, habrás llegado hasta aquí, punto final de este tremendo poemario: contra las cuerdas: conmocionado, noqueado, estremecido, sin aliento y maltrecho... Más aún si, como es mi caso, conoces personalmente a la autora, su vida, obra y circunstancias, sufriendo doblemente el impacto de cada golpe y el vértigo de la caída... Pero al mismo tiempo, supongo, igual que yo también, maravillado por lo contundente y preciso de cada verso y el torrente de sensaciones y emociones que provocan: pasión y belleza en estado puro, y valor y coraje frente a la adversidad en tiempos de herrumbre y coronavirus: un salmo al desastre y el caos, al dolor y la esperanza, cuando todo se desmorona a nuestro alrededor, y un exorcismo y catarsis mediante el sortilegio sanador de las palabras: un viaje sin paracaídas al fin de la noche, en suma, y un amanecer, agotado y exhausto, como Lázaro resucitado, a la luz... Eso ha sido para mí, pese a sus tormentas y sombras, precipicios y abismos, este poemario cristalino y feroz, el más indisciplinado y transparente de Julia: luz de vida, luz de lucha, luz de entrega, luz de arrojo, de Madre, de Amor: tuyo será el Reino de los Cielos.
Vicente Muñoz Álvarez,
epílogo a Zapatos sin cordones,
de Julia Navas Moreno
(Chamán Ediciones, 2021)
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