miércoles, 5 de diciembre de 2018

CULT MOVIES 1: PELÍCULAS PARA LLEVARSE AL INFIERNO: Epílogo.




UN FARO EN LAS TINIEBLAS DE EXCESO DE INFORMACIÓN

(Epílogo de José Ángel Barrueco) 


¿Qué tal la experiencia, amigo? 

Espero que tu lectura haya sido tan gratificante como lo fue la mía. 

Acabar de leer este libro de artículos y reseñas no es muy distinto a salir de la penumbra de un cine y afrontar la luz de la realidad, que a la postre resulta más incómoda y, desde luego, más inhóspita que cualquiera de las ficciones que Vicente Muñoz Álvarez propone en este repertorio de títulos anómalos, argumentos enfermos y ambientes espeluznantes. En estos tiempos de internet tal vez tú lo compares al visionado nocturno de una película en casa, en el sofá, a oscuras y abrazado a tu chica, o solo, con el gato en el regazo: ese momento en el que se encienden las bombillas y todo cobra otra dimensión. 

Me refiero a que leer Cult Movies. Películas para llevarse al Infierno es una experiencia próxima a la de disfrutar de unas cuantas obras de serie B en una de esas sesiones de programa doble en cines de periferia: uno se levanta de la butaca, sale a la calle y añora la calidez del interior y el cobijo de la oscuridad. Con este libro me ha sucedido lo mismo: concluí su lectura y me hubiera gustado que continuara. Me sentía a gusto entre sus páginas. 

Para quien aún no lo conozca, el leonés Vicente Muñoz Álvarez es ya un símbolo para muchos de nosotros, un gurú de las vanguardias del siglo XXI, capaz de sacar de las catacumbas del olvido a poetas y escritores y directores de cine a los que pocos recordaban, hábil para emprender proyectos instalados siempre en los márgenes de la cultura oficial, puntual en el rescate de autores españoles inéditos y artífice de algunas de las antologías de culto de los últimos años: 23 Pandoras: Poesía alternativa española, Golpes. Ficciones de la crueldad social (junto a Eloy Fernández Porta), Tripulantes. Nuevas aventuras de Vinalia Trippers (junto a David González), Resaca / Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski (junto a Patxi Irurzun), Vinalia Trippers. Plan 9 del espacio exterior (junto a Alfonso Xen Rabanal) o Beatitud. Visiones de la Beat Generation (junto a Ignacio Escuín). 

Pero Vicente es todo eso y mucho más: autor de varios libros de relatos, de poemarios y de una novela que yo considero, de momento, la cumbre de su trayectoria (me refiero, por supuesto, a su libro El merodeador); y cicerone cultural que siempre tiene las puertas abiertas de la bitácora que coordina (el blog Hankover). 

Vicente no se arredra ante nada. Si un autor al que nadie conoce, que no ha publicado jamás, le envía sus textos y él los considera buenos, los postea sin ningún problema. 

Por estas y otras razones muchos lo encaramamos hace tiempo en un pedestal. Es una referencia indiscutible. Y ahora nos ha presentado este libro necesario. 

¿Por qué creo que este libro es necesario? 

Porque hemos alcanzado un punto lamentable en el que las generaciones más jóvenes, pese a ser afortunadas porque gozan de un acceso ilimitado a archivos en avi o mp4 gracias a las nuevas tecnologías, solo suelen bajarse de internet las películas de reciente estreno (lo último, lo más nuevo, lo in, lo que está de moda), mientras que, en los canales de televisión pública, prácticamente han dejado de programar ese cine clásico con el que, cuando Vicente y yo éramos unos niños, nos educaban cada noche de lunes o cada sobremesa de sábado. Para los muchachos de ahora, una cinta como Matrix ya es arcaica, una gloria del pasado, un filme antiguo. De modo que esta apetitosa guía de VMA nos sirve (y espero que les sirva a ellos) como faro en las tinieblas de este mundo de datos tan ensordecedor, donde nos abruman con información y con películas a menudo olvidables, blandas e infames, que Hollywood cosecha con frecuencia y nos vende junto a su catálogo de perlas (porque Hollywood, pese a quien pese, sigue brindándonos las obras de los grandes: Martin Scorsese, Clint Eastwood, Woody Allen, Quentin Tarantino, etcétera). 

Libros como este se deberían aconsejar en los programas de estudios. Porque con el cine también se aprende. Nos motiva, despierta nuestras mentes y nos obliga a reflexionar. 

En las mismas fechas en las que leía Cult Movies estuve enfrascado en la lectura de un libro titulado 500 Essential Cult Books. The Ultimate Guide (de Gina McKinnon, por ahora sin traducción en España), que compré en la sección anglosajona de una librería de Berlín. Con ambas guías no solo he descubierto joyas ocultas del cine (en el caso de Vicente) y de la literatura (en el caso de McKinnon): también me he recreado en las obras que conocía. Ambos nos traen a la memoria títulos emblemáticos, y nuestra mente se refresca al recuperarlos. Placer y aprendizaje a la vez. Goce y descubrimiento a partes iguales. 

Vicente contagia su entusiasmo por el cine, ese entusiasmo que le lleva a confiar en proyectos a priori descabellados y ese entusiasmo con el que empuja y sostiene y difunde esos mismos proyectos cuando se han convertido en realidad. Esa es una faceta que no debemos obviar. 

En este libro hay numerosos ejemplos de algunas de mis películas favoritas de todos los tiempos, que Vicente recomienda con pasión cinéfila y fervor poético, y su reseña me ha servido para recordarlas y regodearme con sus escenas inolvidables: Días sin huella, La noche del cazador, Los amantes de Montparnasse, Sed de mal, Vidas rebeldes, Punto límite: cero, La matanza de Texas, Quiero la cabeza de Alfredo García, Jo, qué noche, El hombre que pudo reinar, Taxi Driver, Henry, retrato de un asesino, Inseparables, Reservoir Dogs, eXistenZ... 

El autor se aparta de la cultura oficial del mismo modo que la citada McKinnon: no es una lista de las películas habituales del canon oficial, ni de las más premiadas, sino que es propia de las filmotecas caseras y de los espectadores que no se atienen a lo establecido. VMA se deja llevar por su intuición y, entre líneas, aconseja al lector que haga lo mismo: que se guíe por su olfato y no por lo que estipule la crítica. 

Además he hallado, aquí, ejemplos de películas que no he visto o de las que jamás había oído hablar: Los ojos sin rostro, Operazione Paura, Ni el mar ni la arena, Una vela para el diablo, El asesino de muñecas, Encuentros con hombres notables, Calvaire, Entre vivos y muertos, Eden Lake... Lo que demuestra que Vicente es un gourmet de la serie B y un descubridor de rarezas con atracción por esos abismos malsanos en los que con frecuencia cae el hombre. 

No olvido que, no obstante, le gustan algunas obras que exigen mucha paciencia del espectador, y un estómago a prueba de venenos (sobre gustos...). En concreto, de esta lista yo detesto dos de ellas o les tengo cierta manía: La gran comilona y Anticristo. En ninguno de esos casos el espectador permanecerá indiferente. Lo que Vicente Muñoz Álvarez recomienda siempre nos sacude y perturba. 

Mientras uno lee este libro absorbente, siente dos impulsos opuestos (dado que no puede satisfacerlos al mismo tiempo): seguir leyendo, fascinado por la sabiduría cinéfila del autor; y dejar el libro para ver esas películas que no conoce y revisar por enésima vez las que ya amaba. 

Si, como espero, has concluido la lectura, es conveniente que vayas buscando estas gemas ocultas. Tarde o temprano se lo agradecerás al autor.


José Ángel Barrueco, epílogo a Cult Movies 1: Películas para llevarse al infierno (LcLibros.com, 2018).


Booktrailer:


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