el bosque hoy al amanecer como un bálsamo y entre las jaras y robles y encinas los boletus, docenas de boletus pinícolas y edulis bajo la hojarasca que he ido recolectando aquí y allá hasta llenar en poco más de una hora la cesta, y todo alrededor mágico y nostálgico y revelador, la tenue lluvia amarilla, mi quimérica realidad aparte, mi Walden místico y personal, y hasta una liebre de largas orejas que me salió al paso deseándome buena suerte, y el cielo protector y brumoso del amanecer lleno de promesas... nada que ver con el estrés de los días de ruta, cada cliente un problema, cada visita una odisea, el tráfico de la ciudad, los hoteles impersonales, los menús baratos y los animales perdidos, cientos de muestras de zapatos y zapatillas en la furgoneta y la monotonía de las líneas blancas e hipnóticas de la carretera... boletus sí, estrés no, me digo, pronto terminará la ruta, ya vendrá luego la ensoñación...
Vicente Muñoz Álvarez
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