lunes, 20 de enero de 2014

H.P.LOVECRAFT (Y la Llave de Plata)


fue sin duda H.P. Lovecraft el autor con el que definitivamente me enganché a la lectura, a los quince o dieciséis años, fascinado por los Mitos de Cthulhu y sus relatos de horror cósmico... hubo antes algunos otros, Edgar Allan Poe (y muy en especial la Caída de la Casa Usher, que desde entonces he releído docenas de veces), Jack London, Joseph Conrad, Emilio Salgari, Robert Louis Stevenson, etc, pero fue Lovecraft el que me contagió por primera vez de literatura hasta el tuétano... sus sorprendentes y tenebrosos relatos, su estilo anacrónico y su prodigiosa imaginación, aquellas ciudades enterradas o sumergidas, su panteón de divinidades impías, los Primigenios y los Arquetípicos, el Necronomicon, el Árabe loco Abdul Alhazred, sus héroes melancólicos y solitarios, sus conjuras contra la Tierra, sus mutaciones y transformaciones, sus visiones y sueños, su matemática no euclidiana, sus seres híbridos y deformes y su aversión por el mar... devoré en poco tiempo todos sus libros y comencé a la par a abordar a otros autores del círculo, Arthur Machen (inolvidables El gran dios Pan, El polvo blanco, El sello negro o La colina de los sueños), Algernoon Blackwood (escalofriantes Los sauces, Antiguas brujerías o La casa vacía), August Derleth, Lord Dunsany, Ambrose Bierce, etc, que a su vez me fueron llevando a otros autores y círculos, del simbolismo al decadentismo (con J.K.Huysmans y Al revés, otro libro que me deslumbrócomo principal exponente) y después al surrealismo y al minimalismo y al realismo sucio y a la literatura beat y a la lost generation y a Céline y a Thomas Bernhard y a Carlos Castaneda (santísima trinidad) y  así, sin parar, de libro en libro y de autor en autor, hasta el día de hoy... uno de los ensayos de Lovecraft en concreto, El horror en la literatura, se convirtió por aquel entonces en mi libro de cabecera, un catálogo impagable de autores y obras imprescindibles del género, con el que accedí a docenas de apasionantes lecturas... y algunos de sus relatos, grabados a fuego en mi mente: El ser en el umbral, La ciudad sin nombre, El templo, Las ratas de las paredes, Las montañas de la locura, Los sueños de la casa de la bruja, La llave de plata (con la que, por cierto, estas Regresiones tienen mucho que ver), etc, etc... cuántas maravillosas veladas con aquellos libros (casi todos de Alianza) ajados por el uso en mis manos, sin dormir pero soñando (que diría el bueno de Poe), encarnado en sus personajes y empapado de horror cósmico hasta la médula... mientras en el colegio, contraste absoluto, estudiábamos a Góngora y Quevedo y Arcipreste de Hita y el Cantar del Mío Cid y las Cantigas de Alfonso X el Sabio, lecturas que, muy al contrario, provocaban en los alumnos tedio y rechazo... pero en mi caso daba lo mismo, Lovecraft lo había conseguido, me había ganado para la causa, el resto era coyuntural, yo era ya un lector empedernido, quimérico y soñador, que además comenzaba por simpatía hacia los autores que admiraba a escribir sus primeros relatos, y nada me iba ya a separar del camino de la literatura...

gracias H.P.
por haberlo
logrado


Vicente Muñoz Álvarez

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