Vicente Muñoz Álvarez, fundador de Vinalia Trippers, uno de los fanzines señeros de los noventa españoles - y darle una calificación así a una revista fotocopiada y grapada tiene que hacernos pensar - nos entrega una antología, Mi Vida en la Penumbra, que picotea entre lo mejor de su producción como cuentista para darnos una perspectiva muy completa de su imaginario cultural, sus obsesiones y su manera de percibir la existencia. Los cuentos de Vicente Muñoz son el tam-tam de la ametralladora, la que deja hueco entre los dientes por el que se escapa la sangre después del primer puñetazo, el mantra antiacadémico - el que escapa de las tres partes para dejar las emociones impregnando la silla cuando te levantas -, las carreteras peninsulares, tan distintas y tan cercanas al ontheroad americano, las del café con hielo, el carajillo a escondidas... volvemos al ritmo, si no puede ser copiando las baquetas de Sex Museum será tecleando la underwood hasta que las historias salgan de allí asustadas. El calor abrasante de los descampados en las afueras, las grandes urbes reducidas a una tarde de verano, inoportuna y sedienta de emociones, la adolescencia transformada en instantes... después, en menos de un segundo, pasadas un puñado de borracheras, otra vez despertarse e ir a trabajar, otra vez la monotonía de los días. En la intimidad de las casas baratas se escriben las tragedias más originales, en la complacencia de los bares de barrio aparecen los destellos más sucios del abismo. Llámalo pulp, realismo sucio... ponle el nombre que te dé la gana: lo importante son las historias, las que dicen algo, las que explican por qué deja de dolernos la lluvia a partir de la segunda semana, todos venimos de alguien, todos hemos tenido un camino, marcado por ediciones de bolsillo, por tiendas de vinilo de segunda mano, por revistas que amanecían en la mañana de la resaca aplastadas en un bolsillo de la chupa. Te estirabas en la cama, tan solo como diez horas antes y mucho más desilusionado... entonces llegaba el tiempo de los lagartos, el tiempo de Vicente Muñoz.
martes, 24 de febrero de 2009
LOS RECUERDOS DEL ABISMO by Octavio Gómez Milián.
Mi vida en la penumbra
& Ajuste de cuentos
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Elijo hablar de los dos volúmenes a la vez. Es evidente que la obra de Vicente Muñoz Álvarez y la de Patxi Irurzun son capaces de generar un análisis individual suficientemente extenso para una revista completa, pero los distintos lazos que los unen - profesionales, generacionales y, sobre todo, editoriales - hacen que se imponga un cierto criterio emocional a la hora de hablar de sus últimas entregas. Ellos, la primera hornada definitiva de la literatura alternativa, ellos, que con sus cuentos- sobre todo, en mi caso, los publicados en el Monográfico - sirven de referencia a toda una pléyade de hambrientos consumidores, los que buscaban una voz propia para el narrador abrupto de lo contemporáneo, con Vicente Muñoz y Patxi Irurzun comenzó el despegue, el alejamiento de la pura imitación de clichés... por fin las voces eran españolas, consecuentes, reales... escapábamos de los tótems y por fin conocíamos los productos que se anunciaban en las autopistas.
Patxi tiene la nicotina amarilla en los dedos, es la marca de la tinta postmoderna. Patxi habla de la gangrena emocional que traen los turnos imposibles y de nuevo la halitosis de los días sin nada que hacer. Aunque Irurzun no da el último paso, se deja atrapar demasiadas veces por el compromiso fácil, hasta edulcorar los ambientes cayendo en el tópico. Ajuste de cuentos exprime lo personal y para terminar dibujando un panorama narrativo desbocado, con las manos abiertas frente al delirio, encajando las piezas de un puzzle existencial que no se deja coartar por casi nada. Desde el cuento en el formato más clásico hasta ejercicios de literatura fragmentaria es un excelente sampler de la capacidad literaria del pamplonés.
Hay que darle las gracias a Eclipsados por reunir en estos dos volúmenes dos muestras imprescindibles de la narración española de los últimos veinticinco años, una narrativa que comienza dándole la espalda a lo establecido para terminar dejando en evidencia su condición de referencias ineludibles para entender - y permitidme escribirlo así - el andergraun patrio.
Octavio Gómez Millán, del blog ZarAGOTA.
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