martes, 30 de enero de 2024

CARNE DE LOBO



el mundo
y los lobos

el trabajo
y los lobos

la sociedad
y los lobos

la utopía
y los lobos

la amistad
y los lobos

la poesía
y los lobos

carne para
Frankenstein

Vicente Muñoz Álvarez,
de La poesía es un arma que carga el diablo
(LcLibros, 2023)


lunes, 29 de enero de 2024

POEMASH ESPECIAL RAÚL NÚÑEZ



Otra de las joyas que Rodrigo Córdoba manufacturó para Vinalia Trippers fue este POEMASH ESPECIAL RÁUL NÚÑEZ, con portada de Silvia D.Chica, que incluimos en el Nº 10, PLAN 9 DEL ESPACIO EXTERIOR, y que podéis leer gratuitamente en el siguiente enlace:


Un brindis desde la Tierra para ambos, 
Raúl y Rodrigo, que están en los Cielos.

viernes, 19 de enero de 2024

EL MERODEADOR: Fragmentos.



Y ciertamente era verdad, flotaba sobre aquel lugar un aura asfixiante y siniestra, una sensación de tragedia y desolación que ponía los pelos de punta (como en la Casa Usher, recuerdo que entonces pensé). No queda ya nada aquí, repitió Fro al entrar, y comenzó luego a enseñarme el edificio, las dependencias de Konrad en el primer piso, su dormitorio y el despacho donde, según dijo (y según Bernhard en la novela), se pasaba los días trabajando en su Estudio sobre el oído, y las de su mujer inválida a continuación, en el segundo, desde cuyas ventanas se podían contemplar los excelentes (pero también siniestros) paisajes del lago. Precisamente aquí, dijo Fro tras haber recorrido parte del piso, en esta habitación, fue donde la asesinó, aquí fue donde Konrad la disparó, unos dicen que en el pecho, otros que en la cabeza, pero fue aquí, en su silla de ruedas, donde la mató, y esas manchas en la pared, dijo señalando una esquina, lo atestiguan, esas manchas que nadie se dignó a limpiar, ni yo mismo me digné a limpiar, al fin y al cabo desde la muerte de Konrad a nadie le importa nada ya aquí, la Calera ahora es un santuario, un cementerio, y a nadie le importa nada ya aquí... Salvo a los escritores, añadió. Ustedes, los escritores, vienen aquí buscando inspiración y respuestas y sólo encuentran preguntas y miedos (tengo grabadas a fuego estas palabras en mi memoria), eso es lo que ustedes encuentran aquí, lo único que en el fondo encuentran, repitió. Y, efectivamente, fue lo único que en aquella visita encontré: preguntas sin respuesta, no respuestas a mis preguntas, y miedos, miedos y preguntas en lugar de inspiración y respuestas...

Vicente Muñoz Álvarez, 
de El merodeador (LcLibros, 2021)



miércoles, 17 de enero de 2024

VOLVER AL COLINÓN



Todo empezó con los Cardiacos, el mítico grupo leonés, y aquella cinta de casete titulada Las discográficas no dan la felicidad, editada en 1979... Yo tenía entonces catorce años y escuché cientos de veces aquellos temas, Salid de noche, Volver al colinón, Chicas de Burda, Noches de Toisón, Lo tienes claro, hasta sabérmelos mejor (mucho mejor) que el padrenuestro... Hasta entonces había escuchado clásicos del rock progresivo, Pink Floyd y Deep Purple, sobre todo, algo de heavy y de rock, y por supuesto a los Beatles y a los Rolling y a Elvis, siempre presentes (además de a los cantautores antisistema de turno, Paco Ibáñez, Serrat o Moustaki, con los que nos bombardeaba a todas horas en casa mi hermana), pero a ningún grupo español del momento que, a mi juicio, mereciera realmente la pena... Y entonces aparecieron ellos, los Cardiacos, con aquel formidable casete, que para mí (y para muchos otros de mi generación) fue una auténtica revelación y la puerta a otros grupos de la entonces incipiente Movida... Poco después, todos en tromba, fueron llegando Siniestro Total (y su irreverente ¿Cuándo se come aquí?), Gabinete Caligari (y su emblemático Que Dios reparta suerte, de mis favoritos), Loquillo y los Trogloditas, Kaka de Luxe, Brighton 64, Los Elegantes, Pistones, Polanski y el Ardor, Derrribos Arias (con su inolvidable Poch a la cabeza), Sindicato Malone, La Frontera, Decibelios (Oi! Oi! Oi!), Glutamato Ye Ye o Los Ilegales, y por encima de todos ellos, Parálisis Permanente, con Ana Curra y Eduardo Benavente al frente, que se convirtieron en mi grupo de cabecera (quizás de un modo premonitorio de varias otras cosas: el haberles escuchado en su último bolo en La Tropicana, año 1983, justo antes del trágico accidente que le costó la vida a Eduardo; el descubrimiento, años después, de El Canto de la Tripulación y la poesía de El Ángel, decisiva en mi formación; y mi amistad reciente con Ana a raíz del último número de Vinalia Trippers, Spanish Quinqui)... El caso es que, volviendo al tema en cuestión, allí estaba de lleno metido yo, principios de los 80, con quince o dieciséis años, yendo a ver a todos aquellos grupos a La Madrágora y La Tropicana, y descubriendo fascinado la noche leonesa... Aunque para hacerme con aquellos discos cometiera, algo muy habitual en mí, un irreparable error: vender todos los anteriores (joyas que luego he echado de menos e incluso he llegado de nuevo a comprar) en el Rastro a precio de saldo, y también las colecciones de cómics de superhéroes y muchas otras cosas que ya ni recuerdo, todo por la causa, para mí entonces sagrada, de la Movida... A ella, desde mi cada vez más efervescente ciudad, me lancé de cabeza, pertrechado de boogies y patillas largas, y montando mi propio grupo, Veredicto Final, mezcla de ska y rock and roll y lo que nos saliera, con el que disfruté aporreando la batería de muchas psicotrónicas aventuras..

Vicente Muñoz Álvarez,
de Regresiones

Nueva edición ampliada en LcLibros:



lunes, 8 de enero de 2024

EL TIEMPO DE LOS ASESINOS: Fragmentos.



Desarraigados, inconformistas, iconoclastas, visionarios, los beatniks encarnaron a mediados del pasado siglo los compromisos más transgresores de su generación. Fueron, por decirlo de algún modo, los chicos malos del Tío Sam: los outsiders, los noctámbulos, los subversivos, los hijos del asfalto que, incapaces de realizarse en una sociedad como la americana, poetizaron para resarcirse su lado más oscuro. Pero, a diferencia de otros muchos, lo hicieron desde dentro, desde su propia piel, consecuentes en sus vidas con los postulados de su obra: el escapismo mediante las drogas, el budismo zen, la desconexión de la moral burguesa y la concepción de la escritura como un acto espontáneo de creación (entroncando así con la improvisación del jazz y el bop).

Vicente Muñoz Álvarez,
de El tiempo de los asesinos.
Semblanzas de algunos escritores malditos.
(LcLibros, 2019)


Booktrailer


viernes, 5 de enero de 2024

CÓMO OCURRIÓ



cumplir tu palabra

en el bosque
en la política
en la amistad
en el amor

distinguió al hombre
de las bestias

desde que el mundo
es mundo

ahora no

Vicente Muñoz Álvarez

martes, 2 de enero de 2024

SALONES RECREATIVOS (Rituales de iniciación)



Salones recreativos en el León de finales de los años 70, con sus mesas ajadas de billar y de ping pong y sus futbolines y máquinas primitivas de pinball, salones recreativos en los que me crié, con sus jefes (siempre de mala hostia y una riñonera de cuero llena de monedas en la cintura), sus matones y gorrones y pardillos y buscavidas, sus pequeños ambigús y lolitas y tribus y pandillas... El México, en una bocacalle de Ordoño II (Territorio visón), el Parque, en Bernardo del Carpio, el Charly, en Julio del Campo, el Picos (luego Tijuana), en Villa Benavente, y otros muchos cuyo nombre ya no recuerdo en cada barrio, en Pinilla, en el Crucero, en Las Ventas (Territorio comanche), en San Claudio y en San Mamés... Salones recreativos de la era predigital, adictivos y peligrosos, aquellas interminables partidas en viejas mesas de billar con los tapetes zurcidos y descoloridos, los palos astillados, las luces macilentas, las máquinas de una y cinco y finalmente (ya en los 80) de veinticinco pesetas, las veces que te tragaban la moneda, el jefe renegando abriéndolas y arreglándolas y dándote cambio, los mirones apostados a los lados comentando las jugadas, los manguis tramando siempre algún palo, las jukebox con los éxitos de la temporada (Los Chunguitos, Las Grecas, Georgie Dann, Los Brincos, Los Bravos, Daniel Magaz, Tequila, Fórmula Quinta, etc), el olor a ambientador barato, los perritos acartonados y las hamburguesas, las hostias (como panes) entre pandillas, las carteras y carpetas con los ídolos de turno, las colillas y cáscaras de pipas tapizando el suelo, los cigarrillos sueltos, el humo asfixiante, los camellos y yonquis y trapicheros... Salones recreativos de mi adolescencia, mundos paralelos con códigos y leyes propias, cuántas horas en sus máquinas intentado dominar sus técnicas, luchando por conseguir una partida gratis o una bola extra, cuántas monedas e ilusiones perdidas, atardeceres opresivos de la dictadura y festivos de la Transición, besos robados, cigarros compartidos, conjuras y venganzas y confidencias y luchas de tribus y clases... Vaya graduación...

Vicente Muñoz Álvarez,
de Regresiones

Nueva edición ampliada en LcLibros: