martes, 30 de enero de 2018

NOCHE DE LUNA LLENA



pienso esta noche, ahora, mientras la negrura se adueña lenta y silenciosamente del mundo, contemplando la luna llena, en nosotros, poetas, y vosotros, artistas en general, la misma pregunta de siempre, don o maldición, el mismo dilema... visto desde fuera don, sin duda, eso nos dicen, visto desde dentro maldición, cada vez lo tengo más claro... lo que podríamos ser y tener, haber sido o no sido, lo que dejamos de hacer, la intemperie y el frío, el tiempo y la salud que invertimos, nuestros cerebros y sangre para vosotros, hombres cuerdos, nuestra desolación... pienso esta noche, ahora, mientras el miedo y las dudas se apoderan como siempre que hay luna llena de mí, en vosotros y nosotros, perros de la lluvia, estrellas bipolares, las más bellas, hombres lobos buenos, en este amargo don, cruel maldición... 

nuestro será
el reino de los cielos


Vicente Muñoz Álvarez

DEL FONDO: Edición limitada.



Del fondo, mi nuevo libro, saldrá en breve de imprenta, y os aseguro que, ya al margen de lo que en él yo cuento (que os pondrá, dicen, los pelos de punta), sólo por las 75 ilustraciones 75 de Andrés Casciani, merece la pena. 

Id reservando vuestro ejemplar.

Y ayudad a que el arte underground
siga existiendo.

Información y pedidos:
vicentevinalia@hotmail.com

“Del fondo” surgen las visiones más aterradoras, pero también más fascinantes. Surgen las preguntas más angustiosas, pero también las respuestas más necesarias. “Del fondo” nos ha traído Vicente Muñoz Álvarez, siguiendo los pasos perdidos de Poe y escalando en sentido inverso el Monte Análogo de Daumal y las montañas dementes de Lovecraft, esta épica infernal de la nueva y vieja carne, esta crónica bíblica de un éxodo post-humano en pos de una revelación que quizá sea, simple y rugosamente, que no hay luz al final del túnel, sino solo y por siempre oscuridad. Oscuridad. Oscuridad.

Jesús Palacios

DEL FONDO

Vicente Muñoz Álvarez ilustrado por Andrés Casciani 

Prólogo por Jesús Palacios
Epílogo por Pablo Malmierca

Edición limitada, firmada y dedicada por el autor.

Producciones Vinalia Trippers, 2018

Booktrailer:


lunes, 29 de enero de 2018

DEL AZAR



salud
dinero
y amor

a la vez

casi imposible

lo tengo
ya comprobado

salud la justa
poco dinero
y mucho amor

ahora

vamos
a celebrarlo


Vicente Muñoz Álvarez


CIVILIZATION MACHINE



reinventar
la bolsa
los créditos
las agencias
de calificación

reinventar
la familia
la vivienda
los tipos
de interés

reinventar
el trabajo
los contratos
los planes 
de jubilación

reinventar
el sistema
el capitalismo
la deuda
exterior

reinventar
Babilonia
Europa
reinventar
el mundo

frente
a la adversidad

reinventarse
por dentro

elige
el camino


Vicente Muñoz Álvarez,
de Canciones de la gran deriva,
(Origami, 2012)

jueves, 25 de enero de 2018

EN CADENA



como un gran
castillo de naipes
que fuera
desmoronándose
torre a torre

pieza
a pieza

pese a lo que
nos digan
los políticos

el comercio
en este país

ve apurando
tu copa

amigo


Vicente Muñoz Álvarez

miércoles, 24 de enero de 2018

CRISIS? WHAT CRISIS?



tensando tanto
la cuerda
de mi economía

que creo
que al final
se va a romper

el calzado
en crisis

la poesía
en crisis

el capitalismo
en crisis

el comunismo
en crisis

los autónomos
en crisis

los funcionarios
en crisis

el espíritu
en crisis

tú y yo
en crisis

pero el amor
es más fuerte

dicen

o no


Vicente Muñoz Álvarez

martes, 23 de enero de 2018

CALAVERA NO LLORA



para subir
tengo que bajar
y para bajar
subir

o

para vivir
tengo que remar
y para remar
vivir

a ver
si me aclaro


Vicente Muñoz Álvarez

lunes, 22 de enero de 2018

DEL FONDO: Próximamente.



Y es este el punto crucial de Del fondo: una crítica a todo intelectualismo que trate de oponerse al sensualismo. La negación del cuerpo lleva a las peores letrinas del alma, a los abismos más insoldables, rechazar la carnalidad, la renuncia al carpe diem, solo puede llevarnos a engendrar un nuevo cuerpo sufriente, doliente, al más puro estilo de los santos martirizados.

Pablo Malmierca

DEL FONDO

Vicente Muñoz Álvarez ilustrado por Andrés Casciani 

Prólogo por Jesús Palacios
Epílogo por Pablo Malmierca

Producciones Vinalia Trippers, 2018

Booktrailer:


viernes, 19 de enero de 2018

EL MERODADOR: Fragmentos (13)



Y ciertamente era verdad, flotaba sobre aquel lugar un aura asfixiante y siniestra, una sensación de tragedia inminente y desolación que ponía los pelos de punta (como en la Casa Usher, recuerdo que entonces pensé, como en la Casa Usher). No queda ya nada aquí, repitió Fro al entrar, y comenzó luego a enseñarme el edificio, las dependencias de Konrad en el primer piso, su dormitorio y el despacho donde, según dijo (y según Bernhard en la novela), se pasaba los días trabajando en su Estudio sobre el oído, y las de su mujer inválida a continuación, en el segundo, desde cuyas ventanas se podían contemplar los excelentes (pero de algún modo también siniestros) paisajes del lago. Precisamente aquí, dijo Fro tras haber recorrido parte del piso, en esta habitación, fue donde la asesinó, aquí fue donde Konrad la disparó, unos dicen que en el pecho, otros que en la cabeza, pero fue aquí, en su silla de ruedas, donde la mató, y esas manchas en la pared, dijo señalando una esquina, lo atestiguan, esas manchas que nadie se dignó a limpiar, ni yo mismo me digné a limpiar... al fin y al cabo desde la muerte de Konrad a nadie le importa nada ya aquí, la Calera ahora es un santuario, un cementerio, y a nadie le importa nada ya aquí... Salvo a los escritores, añadió. Ustedes, los escritores, vienen aquí buscando inspiración y respuesta a sus miedos y sólo encuentran más preguntas y miedos (tengo grabadas a fuego estas palabras en mi memoria), eso es lo que ustedes encuentran aquí, lo único que en el fondo encuentran, repitió. Y, efectivamente, fue lo único que en aquella visita encontré: preguntas sin respuesta, no respuestas a mis preguntas, y miedos, miedos y preguntas en lugar de inspiración y respuestas...


Vicente Muñoz Álvarez,
de El merodeador (ACVF editorial, 2016)



martes, 16 de enero de 2018

LAS HORAS PAUSADAS



esta serenidad
este sosiego
este silencio

las horas
pausadas

la casa vacía
y el corazón
latiendo

conciencia

plena

de mí


Vicente Muñoz Álvarez


miércoles, 10 de enero de 2018

INVIERNO EN LA TIERRA



el cielo cubierto de nubes bajas
la nieve a punto de caramelo
el viento silbando fuera
la chimenea rugiendo dentro
afuera el temporal y el frío
dentro el calor y la calma
afuera la escarcha y el ruido 
dentro el silencio y la paz
viejas películas
y libros para ensoñar

nieva

cielo

nieva


Vicente Muñoz Álvarez


martes, 9 de enero de 2018

DEL FONDO: Febrero en la Tierra.



DEL FONDO

Vicente Muñoz Álvarez ilustrado por Andrés Casciani 

Prólogo por Jesús Palacios
Epílogo por Pablo Malmierca

Producciones Vinalia Trippers, 2018

Booktrailer:


domingo, 7 de enero de 2018

BREVE HISTORIA DE LA VIDA INCIERTA



Supe de la existencia de un autor llamado Pablo Cerezal por una reseña que éste había hecho de una novela de Vicente Muñoz Álvarez. En aquel tiempo, yo gestionaba un espacio en la red junto a otros tres compinches, un espacio dedicado a dar un espacio en el mar bravío de la red, a autores, pintores y músicos del océano mediático que nunca habían gozado de un espacio para enseñar sus trabajos. Vicente Muñoz Álvarez había accedido, dada su inefable humildad, a compartir con nosotros algunos fragmentos de su poesía, lo que nos llenó de orgullo y optimismo. Todo este contacto se gestionó a través de una red social que ya todos sabéis cual es. Hurgando un poco, precisamente en esta red social, un buen día me encontré con esa reseña que había hecho Cerezal de “El merodeador”, una novela que iba poco a poco captando cada vez más mi atención cuando algún que otro fragmento se publicaba en la susodicha red social. Y fue así como llegué, un día cualquiera, a aquella bellísima reseña del libro de Muñoz Álvarez. Aquellas palabras, como los fragmentos del autor de El Merodeador, calaron muy hondo en mi alma. Hacía años que no leía a autores contemporáneos. No sabría decir por qué. Y las palabras tan sinceras, tan desprovistas de artificios, directamente clavadas en el corazón de un solitario hablando de las vicisitudes de tantos anónimos, me emocionaron hasta las lágrimas. Así, finalmente, acabé leyendo aquella obra de aquel buen hombre, tan desconocido para el gran púbico. Un ilustre desconocido más. Algo había cambiado en mi interior, y había cambiado para siempre.

El libro de Vicente y las palabras acerca de aquella novela que Cerezal tan bien había entendido me llevaron a mi primera Juventud, a mis primeras lecturas, cuando con ansiedad abría esas obras que abrieron unas puertas que jamás volvieron a cerrarse. Con casi cuarenta tacos a mis espaldas y un par de infiernos vividos y sufridos, supe que ya no estaba solo. Una vez más, y veintipico de años después, supe que ya no estaba solo. Como en aquellas primeras lecturas, como cuando leí por primera vez aquel maravilloso capítulo de la novela de Ernesto Sabato “querido y remoto muchacho” volví, de manera despiadada, sin anestesia que es realmente de la manera que se aborda una lectura de estas características a leer compulsivamente, pero ahora a autores contemporáneos.


Luego, tuve la oportunidad de intercambiar unas palabras con ambos en un local de Madrid, en el aniversario de un fanzine en el que uno colaboraba y otro era uno de sus fundadores. Tener enfrente a un par de tipos que han conseguido emocionarte de tal manera nunca es tarea fácil a la hora de entablar una conversación, de manera que nuestra breve conversación quedó (como suele pasar) en un par de lugares comunes. Sin embargo, algo había pasado en mi interior. Las cosas importantes siempre se debaten en el interior y lo que vemos es tan solo una costra.

Pasó cerca de un año y yo estaba muy ocupado en uno de los libros que a duras penas, conseguí publicar en las plataformas de autoedición: yo también tenía mucho que decir. Entonces supe que Pablo iba a publicar un nuevo libro. Breve historia del circo era el nombre. En esos días yo estaba sumergido en Manhattan transfer, de John Dos Passos. Quise alternar ambas lecturas hasta que, en el libro de Cerezal, leí lo siguiente:

Las nubes ronronean
Un torpe maullido de humedad
Y la tierra crepita libido
Con tonada de tormenta inminente
Que ansía devorar
Los puestos callejeros
Toman nota de los cielos
Y comienza su agria danza
De pan de ayer y de fruta fea
Y mercadería en desbandada

Amas de casa recuerdan
Haber olvidado
En la quietud sospechosa de la cocina
La nota que les recordaría cuantos tomates precisa
El guiso que al día siguiente alimente a la familia

Un cancionero culpable
De brazos esclavos de bolsas
Demandan abolición de taxis
Desdibujando sombras a la orilla
De caminos calles y calzadas

Boliches peluquerías colmados
Inician naufragio en perfiles
Que no quieren dar la cara
A la meteorología fiera
De nubes que han de sembrar rastro

Yo añoro el caldo de nube
Que me aderece la calma
Con que paseo las calles
De la ciudad y la nada

Entonces abandoné al gran Dos Passos. Las palabras de Cerezal me transportaron a mi propia vida. A mis casi dos años en el país andino vecino en el que Pablo sitúa sus tribulaciones con la cincelada de la poesía desprovista de artificios. La prosa poética de Pablo, sin esperármelo puesto que hasta el momento yo sabía muy poco de la materia que erguía su libro, despertaron los fantasmas de los recuerdos de mi vida en aquel otro país, aquella otra tierra a la que me había embarcado con tantos proyectos, con tanta ilusión, con tantas ganas de pelear por algo distinto. Lloré largo y tendido al acabar el libro, aunque ahora, ya no sabría decir si fue por el gran retrato anímico de Cerezal o por mis propias tribulaciones. Pero acaso nada de eso importe. Lo que realmente era vital, es algo tan simple como redundante si se quiere: creía haber leído a un autor y en realidad estaba frente a un escritor. Pero tampoco era esto.

Pablo Cerezal no era un autor ni un escritor ni un poeta. Era mi hermano, y tuve que leerlo para tener conciencia de ello. Cerezal era uno de los grandes sin que ni él mismo lo supiera, como suele suceder con los escritores a diferencia de los autores de género que persiguen la aprobación y el éxito. Se trata de algo tan íntimo, que ni siquiera el propio escritor llega a saberlo. Y esto es lo que lo engrandece.

Qué puedo añadir después de esto? Muy poco y mucho al mismo tiempo. Puede que sea más bien un deseo: que alguien pueda experimentar lo que yo al leer esta gran obra de este autor vallecano que (afortunadamente?) no goza de los mimos de la prensa mediática.

PD: Que no pase mucho tiempo más hasta tu próximo descubrimiento.

Hasta siempre, comandante.


Ernesto Cobos, en Crónica de un hombre invernal.


miércoles, 3 de enero de 2018

GOD SAVE DE QUINCEY



uno de mis fragmentos favoritos de la literatura mundial, de Thomas de Quincey en Confesiones de un inglés comedor de opio: más o menos, resumiendo, va de lo que disfruta al recluirse en su refugio de invierno con sus libros al anochecer, cuando todo se queda al fin sosegado y tranquilo, paz y armonía en la casa, una cena frugal en su estudio, sus gotas de sutil veneno y la chimenea rugiendo, afuera todo silencio y oscuridad, escarcha y helada, y dentro lectura profunda y meditación, cómo desgrana lentamente el reloj de pared las horas, cómo pasa la velada, cómo lo cuenta y describe, esa atmósfera de ensoñación, de entre todo ese prodigioso libro y tantos otros que en el mundo han sido, justo esa visión…


Vicente Muñoz Álvarez

POÉTICA



tiene que ir

para que
te cataloguen

de blanco
o negro

progre
o retro

social
o no

la partida

y aburre tanto
este juego


Vicente Muñoz Álvarez

cover by Velpister

lunes, 1 de enero de 2018

CROQUETAS DE BOLETUS



como las croquetas
de boletus
que hiciste para mí

pequeña

deliciosas
y crujientes

tan suaves
y tiernas


pensé
al masticarlas

nadie
te lo diría así
pero yo sí

pura ensoñación


Vicente Muñoz Álvarez

HAPPY NEW YEAR



 los escritores autobiográficos,
que hacemos de nuestra experiencia poesía,
tenemos que hablar de lo malo cuando lo hay,
la cruz y el dolor de existir a veces,
pero también de lo bueno cuando toca,
la cara y el placer de vivir otras

ojalá todos los años fueran así,
como el 17,
lleno de luz y de amor

brindo por el 18


Vicente Muñoz Álvarez