lunes, 30 de noviembre de 2009
HUESOS & BESOS
domingo, 29 de noviembre de 2009
LA NOCHE DEL CAZADOR
sábado, 28 de noviembre de 2009
LA NOCHE DEL PROXENETA
viernes, 27 de noviembre de 2009
ELOGIO DEL POETA Luis Miguel Rabanal.
Alfonso Xen Rabanal, Alberto R. Torices, Ildefonso Rodríguez, Eloísa Otero, Félix Fernández, Víctor M. Díez, Amancio González, Jorge Pascual, Raquel Lanseros & Vicente Muñoz Álvarez
Recital de poesía en el CCAN en homenaje al omañés, autor de ‘Elogio del proxeneta’
Fulgencio Fernández / Cármenes
Alguien tan informal que explica su autobiografía diciendo que ‘‘nació el 20 de marzo de 1957 en Riello (León). Durante la mayor parte de la década de los 60 lideró, junto a Isidro San Juan G., la banda de malhechores 'Los petardos', sembrando el oprobio y la iniquidad por muchos sitios y haciendo la vida imposible a los felices transeúntes del triste Camino del Ariego. Aquellas y otras historias fueron llevadas con posterioridad a la pantalla de la serie televisiva Jiménez y el burro, El curro de Jiménez, o algo parecido. Cursó estudios de Liturgia y Onanismo en diversos centros especializados a los que, por desgracia, no pudo prender fuego en su momento. Más adelante se licenció en lenguas y demás partes pubendas, fue también futbolista y gran degustador de Smirnoff. Actualmente reside en el Principado de Mónaco, perdón, en el de Asturias y añora una barbaridad Omaña’’.
Alguien tan provocador que titula uno de sus últimos libros ‘Elogio del proxeneta’.
Alguien tan optimista y positivo que para contar que la vida le ha llevado a una silla de ruedas escribe: ‘‘Desde finales de 1997, debido a la tetraplejia producida por un derrumbe doméstico, es usuario de una bonita silla de ruedas. Así y todo, y con dolores, continúa escribiendo (si hasta el célebre programa de voz con que está dictando texto se pregunta cómo lo consigue). Se conoce que hace poco que dejó de fumar y que es bastante cabezota...’’.
Alguien que luchó con todas sus fuerzas por la supervivencia de su tierra cuando querían taparla con un pantano.
Alguien que ha escrito algunos de los pasajes más interesantes de la literatura y la poesía leonesa en los quince títulos que ya ha publicado en libro o en la Red.
Alguien así siempre merece un homenaje y un recuerdo. Y esta noche se lo van a ofrecer un grupo de amigos y lectores en la buhardilla del histórico CCAN, a partir de las nueve de la noche. En el cartel poético están anunciados varios poetas, escritores, escultores: Víctor M. Díez, Alfonso G. Rabanal, Vicente Muñoz, Ildefonso Rodríguez, Félix Fernández, Jorge Pascual, Eloísa Otero y Amancio González... pero será algo como lo merece Luis Miguel Rabanal y, seguramente, como a él le gustaría, informal, es decir, los organizadores avisan que están invitados todos los amigos de Luismi y los que quieran escuchar su poesía, por lo que se invitará a salir al estrado a quien lo desee.
Una de las participantes, Eloísa Otero, desvelaba en un reciente artículo algunas de las claves de la escritura de Rabanal analizando su ‘Elogio del proxeneta’, que ha visto la luz después de muchos años de espera. ‘‘Se trata de un texto híbrido, experimental, el diario medio apócrifo de un hombre cansado que conoció tiempos mejores, a caballo entre la prosa y la poesía. Un libro que rezuma tristeza y dolor, sí, pero también melancolía y mala leche, humor y muy poca corrección política’’. Así es él.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
SPLEEN
lunes, 23 de noviembre de 2009
ELOGIO DEL POETA: Luis Miguel Rabanal.
domingo, 22 de noviembre de 2009
C.C.A.N. FOR EVER
Marcus Versus, el editor, rompiendo el hielo, David González, Leo del Mar y yo calentando el ambiente, y acto seguido la impecable y emotiva lectura de Javier Das, José Ángel Barrueco e Isabel García Mellado, que, cada uno en su línea y estilo, cautivaron al personal...
Un montón de aplausos y libros dedicados después, y cervezas y buenos latidos entre los muchos compañeros y poetas que asistieron al recital: Alfonso G.Rabanal, Raquel Lanseros, Julia Velázquez, Ben Clark, Silvia D.Chica, Rafael Saravia, Cecilia Quílez, Jorge Pascual, Gabriel Oca, Choche...
Y el placer de leer una vez más en el Club, entre compañeros que admiro y amigos.
C.C.A.N. For Ever
v
sábado, 21 de noviembre de 2009
CASIMIRO PARKER LIVE: Hoy en León
este fin de semana león león león lee on.
este fin de semana encendemos la lectura.
este fin de semana con amigos y versos pasando frío por el húmedo.
este fin de semana C.C.A.N.
este fin de semana tic tac, toc toc.
este fin de semana no hay camino al paraíso.
este fin de semana david, vicente y leo leo león lee on.
este fin de semana amigos de calle añeja.
este fin de semana sol y nieve.
este fin de semana vino peleón.
este fin de semana nos vamos a león león león lee on.
http://yalodijocasimiroparker.blogspot.com/
Sábado, 21 de Noviembre - 21:30 h
C.C.A.N. León
Entrada Libre
viernes, 20 de noviembre de 2009
miércoles, 18 de noviembre de 2009
CALOR
Estamos sentados en un tablón de madera. A medio día. Andrés y yo. Fumando y bebiendo. Achicharrándonos bajo el implacable sol de agosto.
Ayer por la noche, ya un poco cargado, me lo dijo. Me propuso venir hoy a su pueblo a conocer la finca de su abuelo, que lleva meses ingresado en el hospital. Y aquí estamos ahora, aliviando la resaca de ayer con más cerveza y analizando las posibilidades del terreno.
Hay un pequeño tendejón de adobe lleno de aperos de labranza oxidados y una tabla dispuesta a modo de banco en el exterior. La tabla donde nos hemos sentado. El resto es un gran erial de maleza y zarzas secas que se extiende longitudinalmente hasta las afueras del pueblo.
A lo lejos, elevándose de entre las casas blancas, el campanario de la iglesia domina la llanura.
Andrés se lía un cigarrillo y abre otra cerveza. Mientras, sigue hablando de los posibles usos del terreno. Fantasea con la idea de montar allí una casa rural o un merendero.
Yo apenas le escucho. El sol, suspendido en lo alto, me ciega y me impide conversar con fluidez. Y el humo y la cerveza hacen el resto.
Durante unos segundos, como en un sueño, me abstraigo de la realidad. Contemplo el cielo azul y la condensación del calor en la tierra, que confiere al horizonte un aire espectral. Después, Andrés salta de la tabla y dice:
—Vamos a quemar la maleza.
Pero yo no digo nada. Estoy pegado como con cemento al banco, fundido en él, y veo muy difícil poder levantarme.
—Antes de pensar en nada hay que limpiar el terreno. Vamos, ayúdame —insiste—, será sólo un momento...
El plan, según me explica, es bien sencillo: él se coloca en un extremo de la finca y yo en el otro y, a continuación, prendemos fuego a la maleza y nos sentamos de nuevo hasta que se extingan las llamas. Así que, casi sin darme cuenta, agobiado por los mosquitos y el calor, me veo aplicando el mechero al espacio que me ha sido asignado.
La maleza está seca y arde bien. Se inflama como gasolina al contacto del fuego y se propaga en círculos concéntricos a mi alrededor. Pronto, toda la finca es una gran llamarada que se eleva por encima de nuestras rodillas sobre el suelo.
Andrés, entonces, regresa corriendo a mi lado y grita:
—¡No hemos pensado en la brisa! ¡No hemos pensado en la brisa y el fuego está avanzando hacia el pueblo!
Yo apenas reacciono. Me anula el calor. No sé qué decir. No sé qué hacer. Me quedo alelado observando la progresión veloz de las llamas mientras él busca en la caseta algo con lo que sofocar el incendio.
Es entonces cuando empiezan a sonar las campanas: un repiquetear intenso, enloquecido, que, como una llamada ancestral, despierta de su letargo al pueblo.
Andrés sale corriendo del tendejón con la cara desencajada y se planta a mi lado, mientras el fuego, imparable, prosigue su marcha.
Durante unos minutos escuchamos las campanas y contemplamos idiotizados la escena. Luego, como un disciplinado ejército, empiezan a llegar los vecinos. Unos pocos, primero, y más y más dispersándose por la llanura. Vienen corriendo con garrafas, con calderos, con palas, con mangueras, con mantas, con fumigadores, y nos miran con recelo y desprecio mientras, perfectamente organizados, forman una gran hilera alrededor del fuego.
Andrés y yo nos unimos avergonzados al grupo. A mí me ponen un azadón en las manos y a él un fumigador con el que se adentra en las llamas.
Durante algunas horas todo el mundo trabaja en cadena: corren los calderos, se cavan fosas, se agitan mantas, se oyen gritos.
Yo, junto a otro grupo, ayudo a excavar un surco de contención a la entrada del pueblo. Sudo a chorros. Estoy agotado. Y, de cuando en cuando, distingo a Andrés con el fumigador corriendo de aquí para allá.
Son casi las ocho cuando al fin logramos controlar el fuego. La gente, entonces, comienza a marcharse. Nadie dice nada, pero todos, niños y ancianos incluidos, nos miran como si fuéramos violadores o asesinos.
Sucios y abatidos nos sentamos en el banco a contemplar la finca, que ahora es sólo una mancha de ceniza humeando en el confín.
—Esto mismo me pasó hace tiempo — dice.
—¿A qué te refieres?
—Al incendio... Me pasó lo mismo hace unos años... Sólo que ese día estaba mi abuelo y entre los dos logramos detener las llamas... Me explicó entonces lo del viento y la brisa, pero, por lo visto, no asimilé bien la lección... Me pareció que hoy apenas soplaba...
Cierro los ojos. Me masajeo las sienes y me intento relajar un poco. El día ha sido de por sí bastante duro. No tengo fuerzas ni para contestar.
En el horizonte el sol comienza a extinguirse y, pese a todo, sigue haciendo calor. Mucho calor.
Efectivamente, apenas sopla viento.
Vicente Muñoz Álvarez, de Los que vienen detrás y otros relatos. Prólogo por Hernán Migoya. Ilustraciones de Miguel Ángel Martín (DVD ediciones, 2002 - Reedición 2009).
lunes, 16 de noviembre de 2009
CASIMIRO PARKER IN LEÓN
domingo, 15 de noviembre de 2009
JUSTINE
viernes, 13 de noviembre de 2009
CAPELA DOS OSSOS (Remembering Portugal)
Estas son algunas de las fotos que hizo Jul aquella mañana de agosto, y los que a continuación transcribo, dos poemas de época evocadores del lugar, que remueven el corazón y las vísceras.
Poema sobre as caveiras
As caveiras descarnadas
São a minha companhia,
Trago-as de noite e de dia
Na memória retratadas
Muitas foram respeitadas
No mundo por seus talentos,
E outros vãos ornamentos,
Que serviram à vaidade,
E tal vez...na eternidade
Sejam causa de seus tormentos.
Poema sobre a existência
Aonde vais, caminhante, acelerado?
Pára... não prossigas mais avante;
Negócio, não tens mais importante,
Do que este, à tua vista apresentado.
Recorda quantos desta vida tem passado,
Reflecte em que terás fim semelhante,
Que para meditar causa é bastante
Terem todos mais nisto parado.
Pondera, que influído d'essa sorte,
Entre negociações do mundo tantas,
Tão pouco consideras na morte;
Porém, se os olhos aqui levantas,
Pára... porque em negócio deste porte,
Quanto mais tu parares, mais adiantas.
http://www.youtube.com/watch?v=NW-uhf14FQ4
jueves, 12 de noviembre de 2009
lunes, 9 de noviembre de 2009
LOS QUE VIENEN DETRÁS
Llueve. Cae la lluvia. LLueve.
He dejado a mi padre a la entrada de la tienda, para evitar que se moje, y a continuación he ido a aparcar el coche junto a los soportales de la Plaza Mayor. Aún no conozco a este cliente, Ángel García, del que me ha venido contando algunas cosas mientras conducía: el artículo que suele comprar, que su hijo trabaja en un almacén y que su mujer murió el año pasado. Lleva siempre encima una libreta donde anota estos detalles íntimos, información confidencial de cada cliente que, según dice, ayuda a personalizar la venta. Así - añade -, tendrás algo de lo que hablar con cada uno, al margen de lo que puedas venderle.
Mi viejo. Pobre viejo. Treinta años velando por mí.
Arrastro en un carrito metálico cuatro de las nueve maletas que habitualmente llevamos, una o dos por cada fabricante, y la lluvia me golpea machaconamente el rostro. Hace frío. Está anocheciendo. Apenas hay gente en la calle. Pienso en mi casa, en mi perra, en mi escritura. Cuento mentalmente los días que llevo en carretera y los que aún me quedan para regresar. Recuerdo el malestar de los últimos años, la tensión continua de las oposiciones, los días tediosos bajo el flexo, las tardes asfixiantes de verano, el dilema entre escribir o estudiar, el conflicto, el desengaño, la frustración y el deterioro de los últimos meses, los complejos, la depresión, la dejadez...
Cuando llego a la tienda, el dueño y mi padre interrumpen bruscamente la conversación. Están sentados a un lado de la puerta, uno enfrente del otro, y se me quedan mirando en silencio mientras desmonto el carrito y coloco en una esquina las cuatro maletas.
Una escena extraña: las luces del local, salvo un pequeño fluorescente sobre el mostrador, están apagadas y ellos dos, olvidándose de mí, reanundan en voz baja la conversación.
- No se sabe hasta que no llega, da igual lo que te digan, lo que hayas oído... hasta que no llega no puedes hacerte a la idea...
- ¿ Y tu hijo ? - pregunta mi padre.
- Mi hijo está casado... vive su vida... Me viene a ver con su mujer de vez en cuando, pero lo malo es el día a día, cuando cierras la tienda y al llegar a casa vuelves a estar solo...
Estoy de pie junto a la puerta observando el decorado decadente del local mientras ellos dos siguen hablando: un mostrador blanco de madera, una horma oxidada en una esquina, un calendario del Real Madrid del año pasado, un cartel de deportivos Joma, un San Pancracio, una estufa de gas con una sola placa encendida y cajas, cientos de cajas de zapatos en las estanterías, amontonadas sobre el suelo y el mostrador.
- Yo creo - dice mi padre - que es peor para los que se quedan que para los que se van...
- No lo dudes... Los que se van dejan de sufrir, al fin y al cabo... Lo malo es para los que siguen aquí... Los que seguimos aquí...
- De todos modos no puede uno hundirse, Ángel, te jubilas dentro de poco, ya verás como entonces cambia todo, olvidas de una vez la tienda y te animas a hacer otras cosas...
- Yo ya no me animo a nada, no tengo ganas de hacer nada, de verdad... Te acostumbras a vivir con la misma persona, a hacerlo todo a su lado tantos años, y luego no eres capaz de vivir sin ella... Estás apático, como vacío... La soledad es lo peor que puede pasar...
Siguen hablando mientras yo aguardo sin decir nada frente a ellos. Mi padre, como de costumbre, me presentará al cliente después de haberse interesado por su vida un rato. Aprovechará cualquier silencio para hacerlo y dirá algo así como: Este es mi hijo, que me acompaña este viaje y que a lo mejor sigue conmigo. Estudió Derecho, pero se torció por el camino... Ya sabes lo mal que lo tienen hoy en día estos muchachos...
La fórmula se repite casi en idénticos términos en cada tienda que visitamos y frente a cada nuevo cliente desde que empecé con él la ruta. Ya estoy acostumbrado. Al principio, las primeras semanas, me molestaba escuchar siempre lo mismo, esa coletilla absurda de Estudió Derecho, pero se torció por el camino, que me resultaba trasnochada y falsa. Pero luego, con el paso de los días, me fui también acostumbrando a eso. Como a dormir en hostales baratos y comer cada día en un sitio distinto. Un trabajo como otro cualquiera. Y una rutina a la que por obligación hay que acoplarse.
- Lo que lucharíamos mi mujer y yo por salir adelante, por sacar la tienda a flote y pagarle a nuestro hijo una carrera, y ya ves, ella bajo tierra antes de tiempo y él descargando cajas en un almacén...
- ¿ Y el negocio qué tal ? - pregunta mi padre cambiando de tema - : ¿ Cómo va la venta ? Porque la cosa esta campaña está muy fea, cada vez peor...
- Peor es decir poco: no se vende una mierda. Según era esta tienda... Ya no hay gente en el pueblo, casi todos se han ido a la ciudad y los que quedan prefieren comprar allí, ya sabes, las malditas superficies... Nos están dando la estocada final...
- La cosa está mal en todas partes, Ángel, no sólo en los pueblos... Vas cubriendo la ruta y lo vas viendo, locales que cierran, impagados, grandes superficies, mercadillos... Se está poniendo feo, el asunto, la gente ya no compra en tiendas pequeñas... Todo está cambiando muy rápido...
- Ya lo ves, mira el negocio... Tengo hasta las luces apagadas porque aquí no entra ni un alma. Y acuérdate de cómo era antes, no hace tanto, ocho o diez años... No dábamos abasto, mi mujer y yo... A ver si me jubilo de una vez y empiezo a cobrar del Estado, porque aquí ya no hay nada que hacer...
- Para lo que nos va a quedar - dice mi padre -. Toda la vida cotizando de autónomos y somos después los que menos cobramos... Cualquier empleado al jubilarse va a ganar más que nosotros, así que ya ves tú cómo está el tema...
- Es una vergüenza...
- Y no te cuento ya para los que vienen detrás, estos chavales... Estos sí que lo van a tener claro... Ya ves mi hijo - añade mi padre girándose hacia mí -: estudió Derecho, pero se torció por el camino...
Ya está. La frase clave acaba de ser pronunciada y yo, como un buen chico, sonreiré tímidamente al cliente y asentiré en silencio a los consejos que seguramente me dé durante algunos minutos: que no desespere, que no soy el único, que siga estudiando, que oposite o que, en el peor de los casos, siga con mi padre en el gremio. Y sólo después de este protocolo triste que, de modo parecido, se repite con cada nuevo cliente, yo, muy discretamente, procederé a abrir las maletas y a colocar cuidadosamente las muestras sobre el mostrador para que luego ellos acuerden la venta y enfilar el coche rumbo a otra ciudad, a otra plaza, a cualquier pueblo, aprendiendo de mi padre este oficio que él siempre quiso evitar para mí.
- Mi hijo está peor que tú - dice Ángel mirándome por vez primera a los ojos -. Hizo Magisterio, pero no encontró trabajo. Lo intentó todo, pero no sirvió de nada... Y ahora está cargando cajas en un almacén. Al menos tú estás con tu padre, pero él ni siquiera eso... Ya ves cómo estamos aquí...
- Sí, la verdad es que no puedo quejarme - digo -, la cosa no está como para elegir...
- Ya sabes cómo es esto, Ángel - añade mi padre -, aquí sólo el que tiene padrino se bautiza...
- Ya lo sé, qué me vas a decir... Pero venga, vamos a trabajar, que os estoy haciendo perder tiempo... Necesito poca cosa, además. El invierno fue malo y ha sobrado toda la mercancía... Cuatro pares para surtir y listos.
Mi padre, entonces, se levanta de la silla y dice:
- Venga, hijo, vamos a enseñarle a Ángel las muestras...
Vicente Muñoz Álvarez, de Los que vienen detrás y otros relatos. Prólogo por Hernán Migoya. Ilustraciones de Miguel Ángel Martín (DVD ediciones, 2002. Reedición 2009).
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domingo, 8 de noviembre de 2009
GROENLANDIA: Nº 6.
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http://www.revistagroenlandia.com/
viernes, 6 de noviembre de 2009
jueves, 5 de noviembre de 2009
martes, 3 de noviembre de 2009
COLA PARA GENOCIDIO
de la mano
como ovejas
para el matadero
en fila india
confundidos
ciegos
víctimas
del capitalismo
del desempleo
ahí van
como ovejas
de la mano
para el matadero